Alfredo ya está instalado en Guatemala, donde colabora con Educación sin Fronteras en la organización de una escuela infantil. Todos los habitantes de la aldea se movilizan para sacar adelante el proyecto. Todos, salvo el terrateniente de la zona, a quien no le interesa que los niños dejen de trabajar en el campo para ir a clase. Alfredo y sus colaboradores no se amilanan ante sus amenazas, por lo que manda a sus secuaces quemar la escuela, sin importarle que haya niños en su interior. Alfredo es acusado por el terrateniente de ser el responsable del accidente y es detenido por las fuerzas locales.
En el Azcona, Félix sospecha que sus alumnos han hecho trampa en el examen. Les acusa de ponerse de acuerdo para contestar todos, sin excepción, a una pregunta que él no ha realizado. Tere le obliga a aprobarlos, porque no tiene pruebas de que eso sea así. Finalmente accede, pero sólo les da un aprobado ramplón. Uno de los estudiantes más brillantes se queja y termina confesando. Félix suspende a toda la clase, que a partir de entonces hace la vida imposible al "chivato". Ante el cariz que toma el asunto, Félix decide repetir el examen y olvidar lo sucedido.
Paralelamente, Félix pasa horas intentando localizar a Alfredo, para comunicarle que debe volver si no quiere perder la custodia de Bego. Pese a su insistencia, la comunicación se hace imposible. Lo cierto, es que Félix se siente muy sólo desde que su hermano se marchó a Guatemala y Bego se fue a vivir con su madre. Por ello, se refugia en la literatura. Félix decide escribir una novela y pide a Marisa que sea su crítica.
Por otro lado, Quimi y Valle se pasan todo el rato jugando al ratón y al gato. Ninguno de los dos se atreve a confesar al otro su deseo de retomar su relación. En su lugar, se cuentan batallas amorosas para poner celoso al otro. Finalmente, mientras acuden con la pandilla al Parque de Atracciones a un concierto de Carlos Vives, y terminan enrollados, para regocijo del
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